miércoles, 19 de octubre de 2011

El mago

Revoleó un par de naipes al aire, sin importar como caigan, su próximo movimiento iba a ser sacar la carta del bolsillo de su camisa. Que por supuesto, iba a ser la que había elegido yo.

"Esa dama nunca falla", le dije. En obvia alusión a la "Q" que de solo verle el color a medida que la sacaba, se sabía de corazones.

...

Llovía, por suerte afuera llovía. "La canasta" era el juego que, café de por medio, todos elegíamos, las olas mientras tanto esperaban afuera, bajo un cielo tormentoso.
Vacaciones es aquello que esperamos, mientras tardan en caer las cartas que nos suelten la verdad.

Viví aquellas vacaciones con par de jotas en la mochila, de ser necesario, nunca se sabe en que momento te pueden salvar.
Párrafo aparte se merecen esa cerveza, acompañada de rebozadas rabas de calamar.

Con mi novia no hacíamos mas que pegar raquetazos, en el buen sentido de la oración, pero las jotas se defienden por si solas, y dos son multitud.
Pronto, las malas nuevas abundaban, me encontré haciendo malabares esas vacas. Concluí que dependía de mi mismo, a lo sumo eramos dos.

Y cuando las cosas empeoraron, estábamos en la peatonal. Tuve que gritarle para que entendiera.
Y mirando hacia el Oeste, se escurrió entre la gente.
La resignación siempre gana cuando pega primero. Y baje la cabeza ya para encarar nuevas historias...

"Esa dama nunca falla"...

Pude reconocer entre la gente al mago aquel del subte. Y le di 50 centavos como recompensa.
"Gracias, pero no los necesito" me dijo, revoleando la misma moneda por el aire, cuando cayo, me dio una de diez de dudosa procedencia. Y me dijo que me quedara con el cambio.

"Gracias", le dije.
Pero esta vez, me refiero a la de carne y hueso...