martes, 18 de diciembre de 2012

El Perro

Somos yo y el perro.
Lo demás importa poco.
Un equipo suficiente que valoran bien los locos.

Somos yo y el perro.
Y ningún siete de oro.
Somos el comentario del barrio, el comentario de los loros.

Somos yo y el perro.
Y tal vez, también la luna.
Me respalda porque soy un desertor de la cordura.

Nunca soy yo solo.
Nunca es el mantonegro.
Somos siempre ambos dos, uno solo no está entero.

viernes, 15 de junio de 2012

Retazos

Viví un par de meses entre la mugre y la humedad, es que la fiera ciudad va desgastando a los cuervos.
Nunca aposte ningún pleno cuando podía dudar...

La anécdota, se suponía, siempre fue contada mas espectacular de lo que en realidad había acontecido.
Que la noche tenía estrellas, que el momento era ideal. Que sus labios ofrecían mas rocío que el normal.
Nunca pude contar ninguna historia como para llegar a creerla yo mismo, como contrapartida siempre reduje en buena cantidad lo que escuche de los demás.
Alguna vez, alguien, al oír mi versión y ver la foto tomada pudo concluir que el momento era promisorio, algo así opinó. Pero suelo pensar que los buenos augurios siempre traen malas noticias.

La cuestión es que realmente era una noche de estrellas.
Yo había comido de mas y tenía mas ganas de acostarme que de cualquier otra opción disponible, Noemí venía durmiendo poco y nada hacía alguna noche ya.
Nunca fui muy fotogénico. Ella tampoco.
Me distraje mirando el horizonte, hacia el punto mas lejos posible, por un momento, y Noemí, del sueño, justo apoyo la cabeza sobre mi hombro...
Alguien en ese momento tomó la foto.

La vez que discutimos la rompí, la dividí en mil pedazos (y este no es un detalle amplificador de anécdotas, así sucedió realmente). Guardé los retazos en un sobre en el que había venido la boleta del gas, esa primera boleta que retrasé en pagar.
Tampoco lavaba los platos, cuando comía enjuagaba el tenedor y nada mas. La ropa colgaba en los respaldos de las sillas.
Fueron eternos los meses entre la mugre y la humedad.

Acomodamos los tantos con Noemí, ambos nos extrañábamos.
Pegué los retazos de la foto como un rompecabezas, como pasa en las películas, pero peor, ya que hubo cuatro o cinco pedazos que no pude encontrar.
Y me puse a acomodar las cosas de la casa cuando vi que en la cabeza no había nada que aclarar.

martes, 20 de marzo de 2012

Otoño imperdonable

Y se fue lo que pareció ser verano.
El infierno no existe.
Pero el Diablo, de vez en cuando, se siente local en el cielo.